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No son sólo las instituciones nacionales que afectan el diseño curricular
en España.
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El sistema educativo español se basa en una serie de niveles de concreción curricular, los cuales implican una jerarquía fija que concreta el poder que tiene cada paso del camino entre las leyes y el alumno para modificar el proceso de enseñanza-aprendizaje. El Gobierno del Estado ocupa el primer lugar, desde donde determina los contenidos comunes y los horarios lectivos mínimos, además de los criterios de evaluación para cada etapa educativa. En segundo lugar viene el Ministerio de Educación, el cuerpo que diseña las pruebas y establece sus contenidos, determinando los criterios de la evaluación final y el grado de adquisición para las competencias relacionadas con los contenidos. De tercero aparecen los gobiernos autónomos en cada comunidad autónoma, los cuales complementan las decisiones del Gobierno y el Ministerio en cuanto a los contenidos y los criterios de evaluación, a la vez configurando las asignaturas específicas y de libre configuración autonómica, fijando los horarios de esta asignaturas y el horario máximo de otras y recomendando metodologías a los centros docentes. Y de último se ven los centros docentes, los que imparten las clases y implanten así las metodologías, pero con el poder de decidir la carga horaria de asignaturas distintas y complementar los contenidos.
Sin embargo,
encima del proceso nacional de diseño curricular se encuentran las obligaciones
impuestas en el sistema por la Unión Europea (UE), la cual propone una lista de
competencias básicas que aborda las habilidades que debería desarrollar el
alumnado a través de todos las disciplinas escolares a lo largo del proceso
educativo (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte). Sin embargo, lo
interesante aquí es que el gobierno español no sólo incorporó estas
competencias en su sistema escolar, sino que las evaluó para crear otra vez una
jerarquía que prioriza unas encima de otras. La Ley Orgánica 8/2013 de 9 de
diciembre para la mejora de calidad educativa (LOMCE) destaca la importancia de
las competencias de comunicación lingüística y la competencia matemáticas y las
competencias básicas en ciencia y tecnología, una decisión que parece apoyar el
punto de vista que sostiene a lo largo del documento al elogiar las
oportunidades otorgadas a la educación por las nuevas TIC (p. 8) y hacer
hincapié en el aprendizaje de idiomas para razones profesionales y laborales
(p. 8). Pero al escoger estas dos competencias lo que hace la ley es desvalorar
las otras cinco, una de las cuales, aprender a aprender, a mí me parece la más
importante al abordar todas las otras. Aprender a aprender no se enfoca en un
ámbito específico de conocimiento, sino en dotar al alumnado de las
herramientas que necesita para seguir el proceso de aprendizaje a lo largo de
la vida. La comunicación lingüística y la competencia matemáticas y las
competencias básicas en ciencia y tecnología son competencias que los alumnos
empezarán a desarrollar en el colegio y en el instituto, pero que deberían
también seguir desarrollando para siempre, por ejemplo aprendiendo idiomas
nuevos a través de viajar o métodos matemáticos nuevos al organizar sus propias
finanzas. Pero este modelo de aprendizaje de toda la vida nunca existirá si los
alumnos no saben llevar el proceso fuera del aula, y por eso se quedarán
estancados en el momento de salir de sistema formal.
Otra
directiva de la UE es el Marco Común Europea de Referencia para las Lenguas
(MCERL), un sistema que intenta regular la enseñanza de idiomas en Europa a
través de descriptores de nivel comparables en todos los países. España adoptó
este sistema al proponer que todos los alumnos deberían llegar al nivel B1,
‘usuario independiente’, de su primera lengua extranjera al terminar el
bachillerato. Sin embargo, lo que
priorizan los descriptores de la MCERL es la
capacidad que tiene el usuario de cumplir tareas en la lengua extranjera, lo
que ‘puede hacer’ en vez de lo que sabe (Consejo Europeo, 2001), un vocabulario
que no aparece igual en los objetivos españoles
de la educación secundaria obligatoria (ESO) y el bachillerato según la LOMCE.
El objetivo para la ESO es poco específico, pidiendo que el alumnado sepa
comprender y expresarse en una o más lenguas extranjeras de forma
apropiada, una propuesta que, además de
no especificar para cuáles situaciones intenta ser ‘apropiada’, parece poco
probable con las tres horas cada semana dedicadas a la primera lengua
extranjera y las dos a la segunda hasta que se convierta en asignatura optativa
en 3°ESO. Pero es en el objetivo general del bachillerato
que se ve más diferencia al enfatizar la expresión con fluidez y corrección,
centrándose en el uso correcto de vocabulario y gramática en vez de destacar la
habilidad de utilizar el idioma en una gama amplia de situaciones y para
resolver problemas distintos. De hecho, donde se ve más concordancia con los
objetivos del MCERL es en el objetivo de la enseñanza
de idiomas en los nuevos ciclos de Formación Profesional Básica, los cuales
pretenden que el alumnado pueda comunicarse de manera oral y escrito en
situaciones habituales y predecibles de la vida cotidiana y profesional. Este
objetivo no menciona la precisión, pero sí enfatiza un uso apropiado para las
necesidades futuras de los alumnos.
En
conclusión, aunque el sistema educativo español
oficialmente se forma a base de cuatro niveles de concreción curricular, es
imposible separar esta jerarquía de las directivas de la Unión Europea,
especialmente en el aula de lenguas extranjeras, una asignatura que es
internacional por su propia naturaleza. Sin embargo, el sistema escolar español
no sólo copia estas directivas tal cual, sino las modifica según sus propios
objetivos, un proceso que revela mucho sobre las prioridades del estado.
Referencias Bibliográficas
Consejo Europeo (2001).
Common European Framework of Reference for Languages: Learning, Teaching,
Assessment. Recuperado de
https://www.coe.int/t/dg4/linguistic/source/framework_en.pdf.
Ley orgánica para la
mejora de la calidad educativa (Ley Orgánica 8/2013, 9 de diciembre). Boletín Oficial del Estado, nº 295, 2013, 10
diciembre.
Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte. Competencias Clave. Recuperado
de https://www.mecd.gob.es/educacion/mc/lomce/el-curriculo/curriculo-primaria-eso-bachillerato/competencias-clave/competencias-clave.html
Hola, Emma:
ResponderEliminarMe parece muy interesante el tema que propones. Estoy de acuerdo contigo en varias cuestiones, una de ellas tiene total relación con la entrada de mi blog y es la importancia de integrar todas las competencias en la materia de lengua extranjera así como en el resto. Priorizando esas dos competencias de las que hablas es cierto que se deja a las otras cinco en un segundo plano, siendo estas vitales para el desarrollo máximo de las potencialidades del alumno. También concuerdo contigo en que es necesario fomentar y favorecer que todo lo que aprendan pase a formar parte de su vida y que no solo se quede entre las cuatro paredes del aula.
En mi blog propongo algunas ideas para integrar las siete competencias en el aula de LE, te animo a que le eches un vistazo.
https://lenguascontexto.blogspot.com.es/2017/12/tema-4-el-curriculo-diario.html
M. Antolín.